jueves, 31 de octubre de 2013

Día de Muertos

Se acerca el día de muertos y me puse a pensar en cómo en tan pocos años, han partidos miembros de la familia.

Mi tío Javier me dijo: "es como una mazorquita, sale el primer granito  le siguen los demás". Y efectivamente, así ha sido desde hace unos seis años en que partió mi tía Julia, y al año mi bisabuelita Petrita...de ahí les han seguido mis abuelos, mi abuela paterna, mis ti@s abuel@s, prim@s, sobrin@s...

La muerte es lo único seguro que tenemos en esta vida, no sabemos cuándo nos llegará ni dónde nos encontrará.

La mayoría de las veces tomamos la muerte como el arrebato del ser querido, como un acto de injusticia; pero no nos detenemos a pensar que esa persona ya cumplió su ciclo de vida, más joven o mas viejo, mas o menos sabio, ya ha dejado huella en este mundo, en  su familia, en sus amistades. Lo que duele es pensar en que ya nunca veremos a ese ser querido, no escucharemos su voz, sentir un abrazo.. un beso... pero  hay que saber dejarla ir.

En la doctrina nos enseñan a que la muerte no es mala, sino la promesa de vida eterna, en parte tienen razón, la gente en verdad muere cuando se olvidan por completo de ella.

En México, es tradición montar la ofrenda a nuestros muertitos, con la comida, bebida y en general lo que le gustaba al difunto. Se pone en casa o directamente en el Cementerio, velándolo la noche del 1  al 2 de noviembre. Tanta es la fe y la creencia que es una celebración hermosa, llena de colorido y hasta de alegría, porque nuestros difuntitos nos "visitarán".

En casa, no poníamos ofrenda hasta que una vez le dije a mi mamá que  había difuntos que no tenían familia que velarán por él (ella); así que pusimos una ofrenda pequeña con agua y sal (para saciar su sed), velas (para iluminar su camino), flores (las tradicionales), dulces y galletas (por si eran niños) y una pieza de pan de muerto (que por cierto me encanta).


La ofrenda familiar después creció y ahora ocupa casi todo el comedor (sí, mi mamá pone el grito porque le quito su espacio, pero hasta me dice "falta esto, falta lo otro, ponle aquí, ponle allá") e infortunadamente cada año agregamos seres queridos a la lista de veladoras para comprar.


Esta fecha nunca me ha parecido propicia para fiestas y bailes, sino de recogimiento familiar; no juzgo a quienes prefieren disfrazarse y hacer verdaderos pachangones, pero si critico su falta de conocimiento de saber qué es lo que festejan. Como todo, el día de muertos se va comercializando también.

En fin...

Este año a mis difuntitos (familiares, amigos cercanos) les abro las puertas de mi casa, pasen a tomarse un tequilita o fumar un cigarrito, échense una platicada a gustito con las botanitas o echarse un taquito, después de todo, es su fiesta.




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