viernes, 4 de enero de 2019

recuento 2018

2018 no fue precisamente mi año de transformación... bueno quizá sí.

Fue un año prometedor, así comenzaba, pero conforme pasaron los días... ya no lo fue tanto. Fallecieron personas muy queridas para mí, personas que en vida fueron luchadoras, que no se dieron por vencidas; enfermedades crueles que les ganaron la batalla. Personas jóvenes en realidad que tenían mucho que disfrutar, sobre todos disfrutar a sus hijos pequeños.

Me dolió en el alma su partida, aunque ya sabía que iba a suceder. Pero me aferré a un rayito de esperanza, esperanza que fue cubierta por una gran nube de pena y dolor.

Mi querida Martita, guardo los mejores recuerdos y esa sana competencia que tuvimos por apachachar a la sobrina Mime; sobrina mía por parte de madre, sobrina suya por parte de padre. Me dolió mucho saber que ibas perdiendo la batalla, y no quise ir a verte en ese estado, porque mi memoria te conservará como eras: toda alegría y entusiasmo.

Gabriel, primo político, marido de mi prima hermana, también supiste lo que era el dolor prolongado. Una cama de hospital fue tu último lecho. Dejaste a tres pequeños que te extrañarán, pero de mi parte, siempre tendré buen concepto de ti y cada oportunidad que tenga así se los hará saber a tus hijos cuando tengan dudas de ti. Aunque sabías que tu fin sería despedirte muy joven, yo te vi entusiasta hasta el último día que convivimos.

Noé, aun no me cae el veinte de tu partida, moriste solo... eso me dolió mucho, nadie merece morir así, pero sucede. En la oficina, aun me parece verte llegar y que me eches pleito; no recuerdo qué fue lo último que platicamos.

Mi tío Salvador, después de una larga agonía, abandonó este mundo terreno tranquilo, creo que no dejó pendientes, pues mis primos ya son adultos; pero no se fue solo, lo antecedió su yerno Agustín cuya muerte si me sorprendió, pues no tenía conocimiento de que tuviera alguna enfermedad; y a él le siguió su madre... toda una cadena de acontecimientos.


Suena cliché pero, es la ley de vida. Unos parten, llegan otros, otros nos quedamos a seguir el camino que hemos elegido.

En lo laboral, no hubo cambios significativos, salvo el etrés galopante que me gana de vez en cuando y que me causa insomnios y jaquecas.. pero es algo casi normal. Me he vuelto mas gruñona en ese aspecto. No creo que se me quite este año. Y tampoco hay mucho que decir al respecto de este rubro.

En lo académico, sí, aunque no estudio ya, si voy aprendiendo un poco de cada cosa. Me apunté  al reto de lectura de los 12 meses, el cual planeé con cuidado y considero que fue un éxito personal. excepto mes de abril, que no me prestaron el libro a leer. Pero lo compensé con leer entremeses otros libros que no estaban en la lista de los retos. Hace tiempo que quería profundizar en leer a autores japoneses además de Murakami (mi favorito) y he descubierto excelentes autores, que si bien no son recientes en las listas de lectura, si lo son para mi. y este año aunque no haga retos... si seguiré leyendo.

La mala fortuna, el karma o como se le quiera llamar, me jugó la última del año. Un viaje familiar largamente planeado, se vino abajo a medias, ya que no pudimos ir todos, me caí y esguincé el tobillo derecho, así pase navidad y Año nuevo: con el pie inmovilizado y pospuse mi regreso a trabajar. Digo, sí que necesitaba descansar... pero no así.

No pido gran cosa del 2019 solo que mi familia tenga salud y tranquilidad. Que seamos la familia mueganito que hemos sido. Que mis amistades tengan tranquilidad, que sus familias sean felices.

Que este país tan bello en el que vivo, se deje conocer por mi, quiero viajar un rato pero, hay situaciones de seguridad que a veces me detienen. Que como sociedad y país salgamos adelante, tenemos muchas expectativas, unas buenas y otras no tanto... el tiempo dirá que  nos concede.

2019 no espero mucho de ti, no hago grandes planes. Solo dame lo que necesito. Tengo mi coraza abollada de los embates del año pasado, pero lista para aprender cada lección que me tengas.